#ElPerúQueQueremos

Muy mal

Puerta tras puerta

La historia de un obrero, despedido y ebrio. En Ica, en algunos años.

"El régimen laboral agroexportador es favorable a los trabajadores"

Fernando Cilloniz - Candidato a la Región Ica por el Fujimorismo

Publicado: 2014-10-19


René tocaba puerta tras puerta, embestía con desafío a todo transeúnte que él entendía avanzaban sobre él. Su condición miserable y exhausta no le privaba el placer de proferir insultos en cada hogar que irrumpía, a pesar de que solo le permitiera balbuceos ininteligibles inspirando irritación o pena. Sólo a dos damas universitarias consiguió pellizcarles el culo, una se rió y la otra echó a correr ridículamente, dejando caer un bloc de notas que parecía ser un compendio de escrituras breves, ah, poesía pensó, leyó:

Nuevamente me encuentro en calles desoladas
Arrastrándome por callejones mojados
Tiritando y sudando frío
Bajo una noche de espanto
Todos me engañan
Nadie me dice que estoy muerta

René se tiró al piso a revolcarse de la risa. Obviamente el poema era una mediocridad amorosa y depresiva que la tipa escribió, con seguridad, luego de un desvelo absurdo por un imbécil al que ni siquiera le ha dirigido la palabra y tiene vergüenza de ojearle el paquete. Mientras pataleaba y chillaba por la irónica forma en que se identificó con el escrito le deslumbró la luz del sol, le empezó a quemar y en efecto: Sudaba frío.

Se sobrepuso golpeando sin intención a una vieja que le increpó por respeto a sus mayores, la escupió y la maldijo. Era la misma vieja que soltó a su perro para morder al hijo de René cuando este, luego de una jugada equiparable a Maradona, achuntó un pelotazo en medio de la pista, donde dos piedras que simulaban las dimensiones de un arco colocadas frente a la fachada de la vieja fueron superadas. Rompió fabulosamente los cristales que caían al mismo tiempo que la jeta de la vieja.

Era muy temprano para llegar a casa, pero le imperaba llegar. No había llegado en tres días, se la había pegado duro, apestaba a excremento, alcohol barato y perfume de puta.

Por fin después de tantos empujones, carajos y, ¿Qué chucha pasa acá?. Le abrió la puerta una mujer madura de culo redondo y grande, con el cabello alborotado pero hermoso, vestía como una mujerzuela de Nightclub, aún llevaba esos tacos rojos y centelleantes ante la mirada de cualquier ebrio. Mareaba tanto escote y tanta entrepierna.

-No puedes entrar ahora, vete.

-Te quiero fornicar.

Se escuchaba dentro una voz de niño: “Maaa, ¡el quaker!”, era Hilario, el hijo de su primo Alberto, el mejor amiguito de Bruno.

-¡Vete carajo!, se me quema el quaker.

-Podría adoptar a ese pequeño bastardo y le meteríamos en turno tarde para que no joda.

-Mira René, tienes que largarte porque mi marido puede llegar en cualquier momento y te va a despellejar vivo, sabes que es muy celoso. No le va a importar que hayas sido su supervisor en esa empresa del demonio que los tiene parados, deberías estar con él en las protestas en vez de estar borracho todo el día. ¡Tu liquidación no te será suficiente!

-Te pagaré el doble

-Ven al mediodía.

Tras escuchar el portazo, sintió que iba a caerse para atrás pero se aferró al picaporte, a la mujerzuela le pareció que René intentaba forzar la puerta.

-NO JODAS. -Gritó la ninfa corriendo a apagar el piloto del gas-

Se tomó la cabeza unos instantes y se concentró, su casa estaba a dos puertas más, debía llegar, siempre llegaba, se le había hecho costumbre, su hijo ya debía tener lista su mochila y haber robado el pan al vecino. Mientras coordinaba la disciplina de sus tendones, articulaciones y músculos forzándoles a obedecerle con semejante borrachera, oyó bombardas, se fijó en la esquina, había una manifestación.

NUESTROS HERMANOS OBREROS -gritaban histéricos los manifestantes- han sido desaparecidos y muertos, sus familias les lloran y solo reciben amenazas de muerte para impedirles denunciar. No nos amilanaremos ni nos dejaremos maniatar por estas prepotencias de…

René se animó, como un rayo la idea asestó en su cabeza: Ahí está la salvación.

Dijo: Llegaré a mi casa, descansaré y partiré a la huelga hecho un chucha.

Con esta vigorización y razón excitante para empezar el día emprendió la dura marcha que significa estar a dos pasos del hogar, rara sensación, como si mientras más cerca se está de llegar las fuerzas empiezan a desfallecer, los ojos empiezan a pesar y las piernas quieren quebrarse. Metió la llave, entró.

-¡MUGRE! ¡MUGRE!

Su hijo, Bruno, le decían mugre en el barrio porque cuando René lo bañaba borracho gritaba MUGRE tan fuerte que todos se enteraban lo cochino que estaba, no era para más, siempre olvidaba comprar el jabón y a falta de este, le refregaba fuerte la piel con la escobilla. Bruno aprendió a no chillar, pero hoy, era el colmo. Tres días viviendo a pan y agua.

-¡Papá! ¿Por qué llegas borracho? – protesto con temor-

-TÚ NO ERES MI HIJO

En efecto, Bruno había sido producto de una orgía donde René conoció a Ivette, supuestamente era ejecutiva en ventas en la empresa donde laboraban ambos. Resultó que era prostituida finamente en los portales del centro de la ciudad. Se preño y no sabía de quien era el padre. René era estéril por un patadón en los huevos que recibió por su profesor de religión cuando después de una breve discusión le gritó: ¡Me cago en dios!. 

Ivette bebía con René y ocasionalmente se dejaba fornicar. Lo hacían con pasión y lágrimas, siempre quería matarse, no soportaba ser prostituida por el chantaje que ejercía su ex marido: Si te fugas de mí, prostituiré a tu hija.

Cuando Bruno nació, René lo firmó, le crió como si fuera su hijo. Ivette se suicidó.

Ahora Bruno escuchaba una verdad inalterable hasta el fin de los tiempos, jamás imaginó que algo lo dejaría mas aturdido que los coscorrones que recibía de su padre putativo cuando regresaba apaleado por sus amiguitos de colegio.

El falso padre sentía vértigo, pero devoró cada miga de pan de días que encontró además de tomar leche helada, se desplomó de su banquita en la cocina y quedó tendido en el piso. Babeante y fresco. Descansó hasta el mediodía. Bruno regresó del colegio, los profesores iniciaron un paro regional. En otras circunstancias esta noticia lo embargaba de alegría, pero ahora solo lloraba sin consuelo.

Al ver esta escena y sentirse un estúpido, René se le acercó quitándose la sábana que su falso hijo le había puesto mientras dormía borracho. Lo tomó en sus huesudos brazos y le susurro:

-Yo te quiero mucho, a partir de mañana estarás en un colegio privado con tu amiguito Hilario.

Tomó un panadol, compró bebida energizante y lo mezcló con una sal de andrews. Escuchó la radio de la bodega anunciando nuevas manifestaciones de parte de los trabajadores despedidos por la agroexportadora. Nunca se había sentido más decidido que ahora.

Llegó a la manifestación, a sus manos llegó un panfleto:

Compañeros trabajadores:

Somos la región con la agroexplotación mas brutal: Proliferan a la vista eterna de todos la perforación ilegal de pozos acuíferos-¿En un desierto?, pensó René, esto es peor que Chernóbil para las próximas generaciones- y un régimen laboral que condena a nuestros hermanos trabajadores a condición de perros detrás de un hueso, a eso le dicen que es vida “digna”, que el régimen laboral es "favorable" a los trabajadores y que gracias a ello, Ica debe sentirse "orgullosa" porque no hay desempleo.

El vil patrón, dueño del fundo y gobernante de la región nos ha forzado a llevar pañales haciendo estallar nuestros riñones y contaminando nuestros hígados, nos ha forzado a comer los desechos del fundo, nos ha forzado a ondear las banderas de su partido político para no despedirnos. Nos sumerge en más miseria y desesperanza para nuestras familias.

Por nuestro justo reclamo, compañeros heroicos han sido desaparecidos y muertos, asesinados por la represión…

MUERTOS, se quedó pensando, sonrió.

Lanzó arengas muy incendiarias, arranchó la comba que llevaba un obrero, destrozó los fierros de las bancas de madera en la plaza de armas, alzó sobre su cabeza el tablón de madera y lo estrelló contra el piso, repartió los restos entre las gentes y se utilizaron como efectivos palos de golpear ante el inminente choque con las fuerzas del orden. ¿Orden?

Varios desquiciados imitaron su ejemplo.

Rompió el cordón policial, se desbordó la multitud, destajó la cabeza a un policía y le rompió las costillas a otro, la comba ahora hacía añicos huesos y molía carne, tan efectivo como con cemento y barro. Empezaron a llover disparos, horrísonos para los bebes, las madres. Nadie quiso curiosear por las azoteas, pero ahí lo tenían, yacía en el piso su maltrecho cuerpo, escupía sangre, se reía y de pronto sacó de su bolsillo una petaca de pisco que adquirió con el último sencillo de su miserable liquidación. Bebió y quebró la petaca en el rostro del paramédico.

-¡No me tapes el sol!, CABRÓN. Dijo.

Tosió y sintió que las tripas le quemaban intensamente, no podía respirar ya, le patearon la cabeza, se la chancaron, cuatro agujeros: Uno en el culo, dos en el pecho y otro en el estómago. Pronto su convaleciente carrocería dejaría de funcionar. Sus últimos pensamientos fueron:

“Con seguridad el desgraciado de mi Primo Alberto gestionará los cobros del seguro para garantizar la educación de Mugre. La mujerzuela de su mujer cuidará de mi hijo, al menos, no se le quema el quaker como a mí.”

No había otra salida, puerta tras puerta tocó amablemente René desde que lo despidieron, ya no había empleo ni siquiera para limpiar el cagadero de los ancianos. Ya era viejo y ebrio. 

Cuando supo que en las manifestaciones se asesinaban obreros, encontró la salvación.


Escrito por

Erick Salcedo

De izquierda, estudiante y escritor.


Publicado en

El Rufián amotinador.

Poesía, realismo sucio y otras charlatanerías sinceras.